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Mostrando las entradas de febrero, 2012

Domingo, ‎12‎ de ‎Febrero‎ de ‎2012, ‏‎15:00:43

No hacia nada más que dar vueltas en su cabeza, sus pensamientos parecían empalidecer a cada momento, la cordura iba desapareciendo y tomaban su lugar ideas represivas, carentes de sentido que solo conseguían confundirlo más. Las ideas acerca del suicidio, el asesinato, la tortura y lo patético de su ser iban tomando forma y sentido con el pasar del tiempo hasta el punto de convertirse en pensamientos muy naturales, que como al no poder ser de otra forma tenia que exteriorizar y para esto, era necesario dejar de lado aquello que es tan difícil definir. La primera victima como era de esperar tenia que ser su mejor amigo, aquel compañero de desventuras, su fiel mascota llamada Hipólito, Hipólito un perro de unos treinta centímetros de largo de un tono marrón q inexplicablemente recordaba al ocaso, unas orejas muy grandes y el cuerpo alargado. Las ideas lo instigaban a ver, como serian las reacciones de un ser vivo expuesto a las mas desenfrenadas situaciones, como, que pasaría s

‎Lunes, ‎20‎ de ‎Febrero‎ de ‎2012, ‏‎03:07:09

Exactamente no se en que tiempo sucedió , de lo poco que recuerdo es que fue en una época donde los dragones empezaban a desaparecer y los caballeros dejaban de lado aquella actitud desafiante, esa valentía q los caracterizaba. Para convertirse en señoritos amanerados, amantes del maquillaje y con esa sutil genialidad para la cata del vino. si la memoria no me falla esa parte de la historia se desarrollo en mi pueblo natal, una pequeña comunidad al borde de una cordillera bastante empinada y las riberas de un rio que lo único que hace es levantar el mal humor de los campesinos, pero como en toda historia de este genero la trama versa sobre mis desventuras y mi afán de encontrar a la mujer de mis deseos. Para mi mala suerte aquella chica no solo era una pomposa princesa sino que al parecer le gustaba pasearse por mis sueños cada ves bebía un poco de licor de maíz muy fermentado, lo sutil de sus apariciones al principio no causaban ningún asombro en mi cotidiana conducta, pero lo mas