Domingo, ‎12‎ de ‎Febrero‎ de ‎2012, ‏‎15:00:43

No hacia nada más que dar vueltas en su cabeza, sus pensamientos parecían empalidecer a cada momento, la cordura iba desapareciendo y tomaban su lugar ideas represivas, carentes de sentido que solo conseguían confundirlo más. Las ideas acerca del suicidio, el asesinato, la tortura y lo patético de su ser iban tomando forma y sentido con el pasar del tiempo hasta el punto de convertirse en pensamientos muy naturales, que como al no poder ser de otra forma tenia que exteriorizar y para esto, era necesario dejar de lado aquello que es tan difícil definir.
La primera victima como era de esperar tenia que ser su mejor amigo, aquel compañero de desventuras, su fiel mascota llamada Hipólito, Hipólito un perro de unos treinta centímetros de largo de un tono marrón q inexplicablemente recordaba al ocaso, unas orejas muy grandes y el cuerpo alargado. Las ideas lo instigaban a ver, como serian las reacciones de un ser vivo expuesto a las mas desenfrenadas situaciones, como, que pasaría si le incrustamos a Hipólito media docena de imperdibles en la lengua o cual seria la reacción de la mascota al incrustar un clavo caliente en uno de sus ojos, pero del dicho al hecho hay muy poca relación, así q en una roja tarde de domingo decidió hacer unos pequeños experimentos que llevaban a un esperado desenlace, una habitación llena de sangre, unas cuantas mordidas en los brazos y tener q cavar un pequeño poso en el patio tarsero de la casa. Al leerr esto algunos no dudarían en pensar dos veces en la crueldad con los animales, pero todo es para beneficio de la ciencia o para la satisfacción de la curiosidad humana. Lo del perro al parecer no fue tan sencillo y a pesar de ello algunas ideas no dejaban de rondar por su cabeza y el solo se preguntaba si seguir exteriorizando esas ideas, y al cabo de poco tiempo la tentación del suicidio se volvió cada vez más fuerte, ese no saber que hacer con su vida le deprimía constantemente, la carencia de afecto y su mutismo, sin duda lo iban a llevar al desquicio, hasta q el tiempo sugirió una pregunta ¿si te matas, podrás matar a alguien mas luego?. Sin hacer caso a los reglamentos estipulados por la sociedad, solo salió y busco una victima. En la avenida principal, en aquella tan concurrida calle mayor a eso de las cuatro de la madrugada transitaba un esbelta y voluptuosa rubia de unos veintitrés años. Él se acercó, ella le hiso un rápido piropo a su billetera y le invito a pasar lo q quedaba de oscuridad, minutos después se escucharon algunos gritos salir de un húmedo callejón y muchos mas gritos, sin duda se dio cuenta q cortarle el cuello a una persona no es tan fácil como parece, la sangre saliendo a choros y la desesperación de la victima no hacen que el trabajo sea fácil. Las noticias como siempre publican cosas sin importancia “una joven y hermosa puta fue hallada muerta en un callejón colindante a la calle principal en el cercado de la ciudad, al parecer fue un ajuste de cuentas ya que la guerra territorial entre meretrices se va acrecentado cada vez mas en la ciudad” de esta noticia hay q resaltar el calificativo de joven y hermosa ya q en estas ciudades las putas siempre son tratadas con desprecio. Nunca nadie supo nada mas, parece que al único que le intereso el suceso fue al periodista, aunque lo más probable es que tomo la noticia para rellenar su columna. En transcurso del tiempo no trajo consigo mas acontecimientos memorables hasta q otra ves el mismo periodista publico una peculiar noticia acerca de un joven de unos veintiún años q fue encontrado muerto frente a su ordenador con muchas paginas pornográficas abiertas entre ellas un par de acceso exclusivo, según especulación la causa de la muerte fue el exceso de masturbacion q desencadeno un par de ataques cardiacos que dejaron al joven frio como culo de pingüino.

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